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Cuando Cristina Cifuentes se matriculó en un máster de la Universidad Rey Juan Carlos no era una alumna cualquiera que pasara por allí.
Fue en el año 2012. Cifuentes ya era la delegada del Gobierno en Madrid.
Antes había sido miembro del Consejo de Universidades de Madrid.
Su nombre, en ese año, ya sonaba como probable candidata a las elecciones autonómicas por el PP.
Llevaba más de treinta años en política –se afilió en 1980 a las juventudes de AP– y hacía ya dos décadas que era diputada en la Asamblea de Madrid.
En esta universidad pública, que financia la misma administración que hoy preside, Cristina Cifuentes recibió un claro trato de favor.
Solo se explica por ser quien es.
Cabe preguntarse en qué momento de su día a día lograba la delegada del Gobierno en Madrid estudiar para su máster o acudir a las clases. O cómo pensaba sacar rato para una tesis doctoral mientras preside la Comunidad, sin tiempo suficiente ni para tomarse vacaciones de verano.
Es fácil, cuando los títulos universitarios se aprueban así.En otro país europeo más normal, la presidenta de la Comunidad de Madrid no seguiría en su puesto un día más.
Es fácil, cuando los títulos universitarios se aprueban así.En otro país europeo más normal, la presidenta de la Comunidad de Madrid no seguiría en su puesto un día más.