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Muchos andaluces acuden de romería a la aldea del Rocío para saltar la verja de la iglesia que acoge a la virgen del mismo nombre. Es una romería festiva e identitaria.
Los catalanes tienen también sus romerías político-religiosas en las que despliegan imaginativas coreografías. La Diada de Sant Jordi se ha erigido en la fecha identitaria por antonomasia, en la que los nacionalistas celebran su pertenencia al linaje perdedor de todas las batallas.
Los vascos no podíamos ser menos y hemos sustituido aquellas entrañables romerías al pie de la cruz del Gorbea o del Ernio por otras celebraciones identitarias que jalonan el calendario soberanista vasco. El día del Ibilaldia, Nafarroa Oinez, Kilometroak, Herri Urrats, Korrika o las recientes romerías votivas organizadas por Gure Esku Dago se han convertido en otras tantas romerías político-religiosas que cumplen la función de aglutinar al pueblo creyente del soberanismo.
El carácter festivo y reivindicativo de esas concentraciones indica que nos hallamos ante 'celebraciones' de carácter litúrgico que tienen en la soberanía el cielo de sus afanes.