Oh! Me puse tan contenta de haberlo hecho, porque después de eso tuve una experiencia inolvidable.
Al parar en una luz roja de una intersección muy transitada, empece a pensar en el Señor y en lo bueno que es. No me di cuenta cuando la luz cambió. Es bueno saber que alguien más ama a Jesús porque de no haber sonado su claxon, nunca hubiera visto que la luz estaba verde.
Pude darme cuenta de que mucha gente ama al Señor porque cuando estaba a punto de arrancar una persona empezó a sonar su claxon como loco y abriendo su ventana gritó, "¡Por el amor de Dios"...!
Yo no me movía de allí y de repente todos empezaron a sonar su claxon. Saqué mi cabeza por la ventana y empecé con mi mano a saludar y sonreír a toda esa hermosa gente que expresaba tan fervorosamente lo que sentían por Jesús. Hasta soné mi claxon unas cuantas veces para compartir aquella demostración de amor !
Vi a un hombre saludándome de una manera muy chistosa, tan sólo con el dedo de en medio estirado y los demás doblados. Mi hijo venía en el asiento de atrás y le pregunté qué quería decir eso y me dijo que era un saludo Hawaiano para desear buena suerte o algo así. Le creí pues yo nunca antes conocí a alguien de Hawaii. Una vez más me asomé por la ventana y le devolví a aquella persona el saludo de la buena suerte. Mi hijo se echo a reír, hasta él estaba disfrutando de aquella experiencia religiosa.
Algunas personas estaban tan llenas de regocijo que bajaron de sus coches y enfilaron hacia mí. Estoy segura que ellos querían orar conmigo o tal vez preguntarme a cual iglesia iba yo.
Fue en ese instante que me di cuenta que la luz había cambiado a verde nuevamente. Les dije adiós a todos mis hermanos y conduje mi auto a través de la intersección. Me di cuenta que sólo yo había logrado pasar, ya que la luz cambió en ese instante a rojo y me sentí un poco triste de tener que dejar a todos atrás después del hermoso momento de amor que habíamos compartido. Así que paré mi coche y asomándome por la ventana con mis dos manos, le envié a todos el saludo hawaiano de la buena suerte que acababa de aprender.
Oh! Que grande es el Señor por tener tan bellos seguidores.