Se trata de otro gesto más para orquestar una posición de insubordinación y rebeldía a las disposiciones estatales y que, como en otras ocasiones, se viste con el traje ideológico que mejor se ajusta a las expectativas de su electorado mayoritario. En este caso, el proyecto sintoniza con la agresiva campaña que ha lanzado la Iglesia contra la reforma de la ley del aborto.
El Ejecutivo de Camps, que con el único afán de horadar el poder central ya hizo en su día el ridículo con la propuesta de enseñar la materia de Educación para la Ciudadanía a través de dos profesores, uno de inglés y otro de filosofía, ahora ha vuelto a las andadas. Esperemos que con el mismo resultado.
Es lamentable seguir comprobando que algunos sigan pretendiendo imponer a los demás a través de triquiñuelas sus ideas particulares cuando la sociedad, democrática y plural, se dota de leyes y reglamentos propios, por encima de religiones e ideologías particulares.