En una ocasión se le pidió al expresidente de Brasil José Sarney que glosara los paralelismos entre Hugo Chávez y Fidel Castro. Respondió que a Chávez le faltaba biografía y le sobraba petróleo. Si al mesías tropical le faltaba biografía, al sucesor no le llega ni para rellenar el folio en la Wikipedia. Y la biografía es importante. Lo es, desde luego, para quien aspira no a una simple presidencia, sino al caudillaje. Un caudillo no representa temporalmente: él es "el pueblo" o "la patria" y es, por tanto, eterno. Y, en efecto, se eterniza. Pero Nicolás Maduro acaba de ver, muy de cerca, la fecha de caducidad del chavismo estampada en ese microscópico punto y medio de ventaja que le atribuye la victoria. Más ínfimo sería aún si el cálculo incluyera todas las ventajas que confiere al candidato del poder un sistema político pervertido. Uno que conserva poco más que las urnas de cuantos elementos conforman una democracia. (Cristina Losada en :.libertaddigital.com)