Muchas de las declaraciones de los responsables de Sortu producen la impresión de que están en otro mundo. Esto no debería extrañarnos, en principio, porque siempre lo han estado. Pero como llevan ya tantos meses hablando de ‘nuevos tiempos’, uno pensaba que a lo mejor se habían avenido a vivir en ese que habitamos todos. Pero no, parece que siguen en otro planeta.
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que un preso expulsado por sus compañeros que ahora lo homenajean muera en un hospital, que otro del que nadie se acordaba fallezca en casa, y un chaval se resista con ardor juvenil ante su detención, es interpretado por el presidente de Sortu como que los demás, que nada de nada tenemos que ver con esos líos, estamos volviendo al pasado. ¿En qué pensarán? Ellos no vuelven nunca al pasado, porque en realidad no han salido de él. Es cierto que les falta una pata relevante, la que daba sentido a su existencia hasta hace poco tiempo, ETA, y es cierto que esa falta les causa algún pequeño problema y les soluciona otros, pero llama la atención que se permitan señalar al resto que estamos volviendo a tiempos que creían superados. Que ellos han hecho una apuesta, y que los demás tenemos la culpa de que la apuesta no les salga como les gustaría.
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No es que el resto estemos volviendo al pasado, el problema más bien es que no quieren enterarse de dónde está el presente. Es cierto que han hecho una apuesta: queremos solucionar el conflicto, vamos a hablar, vamos a poner cada uno algo de nuestra parte. Es exactamente lo que todos los partidos llevan haciendo, con mayor o menor fortuna, desde hace más de cuarenta años. Llegan ellos y la única forma de solucionar el conflicto que entienden, el único modo de diseñar los nuevos tiempos, es que hagamos lo que quieran ellos: ‘poner cada uno su parte’ quiere decir que el resto aceptemos en principio sus condiciones de partida, y comencemos a discutir a partir de ese punto. Lástima que en democracia los puntos de partida se fijen de otro modo. Seguramente lo entenderán en algún momento, aunque igual necesitan algunos años más, es su problema.
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Ha habido una organización que ha matado. Ha habido una organización a la que ellos han apoyado. Cuando no ha podido más, ETA lo ha dejado y eso ha desestabilizado al personal. Y en esas estamos, esa es la única nueva realidad, y esa es su única apuesta, y lo único que importa a la sociedad. Por eso, las preguntas sobre si va a haber vuelta atrás –pocos locutores se atreven a preguntar si ETA va a volver a empuñar las armas– son retóricas. No habrá vuelta atrás, porque ETA no puede volver atrás. No hay nada más aquí.
Pello Salaburu, ayer, en EL CORREO