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martes, 26 de septiembre de 2017

¡Pobres desgraciados aquellos que claman convencidos que no vivimos en un Estado de Derecho!

Es muy grave contemplar la indigencia intelectual e ideológica de los que pretenden convencernos de que España no es una democracia, de que no existe el Estado de Derecho.

Uno empieza con las metáforas y acaba creando una confusión de términos y conceptos en la que todo se devalúa. La pérdida de valor de las palabras es el primer paso para la dilución de los conceptos y, cuando estos se disuelven, ya estamos preparados para volver a repetir los errores.

Lo que más me desasosiega del momento que vivimos es, precisamente, la certeza de que el Estado de Derecho no puede sucumbir en una esquina y permanecer en el resto. Si se produjera la quiebra, si la legalidad democrática no fuera capaz de prevalecer, todo el sistema de convivencia de los españoles saltaría por los aires e, incluso, un grave problema se añadiría a una Europa que observa inquieta cómo las legalidades de varios países están siento atirantadas.

Espero que me perdonen los soberanistas catalanes pero a mí que con sus barretinas o con las txapelas de mis ancestros sigan camino con nosotros o sin nosotros no me conmueve el alma. Tengo mi idea, claro que sí, y prefiero que sea juntos. Si finalmente, y mediante medios lícitos y verdaderamente democráticos el futuro fuera otro, eso no me perturba. Ahora bien, lo que me consume es la certeza de que la legalidad democrática no puede ser violada sin que todos suframos unas consecuencias imprevisibles.


"¡Pobres desgraciados aquellos
que claman convencidos que no vivimos
en un Estado de Derecho! 
Espero que no les despierte de su sueño
estamparse de bruces contra la verdadera
falta de libertades"

Elisa Beni.