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lunes, 25 de septiembre de 2017

Resulta bochornoso verles fanfarronear ...

... a ver quién es el que la tiene más grande.

El genial Serrat ya nos lo decía hace años.
Parece que la canción la escribió pensando en ellos
¡A ver si el último párrafo llega a ser verdad!


Probablemente en su pueblo se les recordará  
como cachorros de buenas personas,  
que hurtaban flores para regalar a su mamá  
y daban de comer a las palomas.  
 
Probablemente que todo eso debe ser verdad,  
aunque es más turbio cómo y de qué manera  
llegaron esos individuos a ser lo que son  
ni a quién sirven cuando alzan las banderas.  
 
Hombres de paja que usan la colonia y el honor  
para ocultar oscuras intenciones:  
tienen doble vida, son sicarios del mal.  
Entre esos tipos y yo hay algo personal.  
 
Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,  
viajan de incógnito en autos blindados  
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,  
a colgar en las escuelas su retrato.  
 
Se gastan más de lo que tienen en coleccionar  
espías, listas negras y arsenales;  
resulta bochornoso verles fanfarronear  
a ver quién es el que la tiene más grande.  
 
Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,  
juegan con cosas que no tienen repuesto  
y la culpa es del otro si algo les sale mal.  
Entre esos tipos y yo hay algo personal.  
 
Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.  
Pulsan la alarma y rompen las promesas  
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer  
nos ponen la pistola en la cabeza.  
 
Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar  
van a cagar a casa de otra gente  
y experimentan nuevos métodos de masacrar,  
sofisticados y a la vez convincentes.  
 
No conocen ni a su padre cuando pierden el control,  
ni recuerdan que en el mundo hay niños.  
Nos niegan a todos el pan y la sal.  
Entre esos tipos y yo hay algo personal.  
 
Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión  
de declarar públicamente su empeño  
en propiciar un diálogo de franca distensión  
que les permita hallar un marco previo  
 
que garantice unas premisas mínimas  
que faciliten crear los resortes  
que impulsen un punto de partida sólido y capaz  
de este a oeste y de sur a norte,  
 
donde establecer las bases de un tratado de amistad  
que contribuya a poner los cimientos  
de una plataforma donde edificar  
un hermoso futuro de amor y paz.