La teoría del cortafuegos reputacional apunta que las decisiones de Felipe VI sobre su padre aseguran la continuidad de la institución y demuestran su ejemplaridad. Pero el cortafuegos sólo puede funcionar –eso no se remarca lo bastante– con transparencia máxima, y eso significa –sobre todo– luz y taquígrafos en las Cortes.
Como ha escrito Évole, cuando pase la pandemia “nos tendremos que enfrentar a una verdad incómoda”.
¿Los españoles que han hecho sonar las cacerolas continuarán enfadados con la monarquía o habrán olvidado todo este show? ¿La memoria de este malestar será débil o será fuerte? Nadie lo sabe.
Confiémos en la memoria.
Confiémos en la memoria.
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