en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

martes, 31 de marzo de 2020

Cuánto me alegraría que alguien pudiese convencerme que la guerra biológica todavía no ha comenzado.

Sin duda, el origen de la situación que vivimos tiene muchas incógnitas y muchas informaciones que o bien han resultado falsas casi desde el principio o son difícilmente creíbles sin algún dato más que las corrobore.

Llevamos décadas oyendo que la I Guerra Mundial fue de trincheras, cuerpo a cuerpo en muchos casos y de pelea metro a metro, que en la II Guerra Mundial resultó clave la capacidad operativa de las aviaciones de los diferentes ejércitos, con sus bombardeos selectivos, y que la guinda fue aquella bomba atómica que terminó de convencer al entonces gobierno japonés de que una reconocida derrota ese mismo día evitaría acumular nuevas bombas en otras ciudades del país nipón.

Sobre la tercera se ha especulado mucho. Recuerdo aquella frase que preconizaba que si seguíamos acumulando tanto material bélico, aunque fuese involuntariamente, si en algún lugar surgiese el chispazo, la IV guerra sería simplemente a garrotazos.

Pero la realidad siempre supera a la ficción y las películas en las que los "malos", los "enemigos de la libertad USA" amenazaban con guerra química o biológica nunca terminaban afectando a todo el planeta como afecta este "simple virus".
Nadie se atreve a preguntarse en público cómo ha surgido o qué países y/o trozos de países han sido más afectados y cuales no. Casualmente, casi se puede hacer un mapa de países amigos, o no tanto.
Quienes se han recuperado como si ya tuviesen preparado el antídoto correspondiente.
Qué "fuerzas ocultas" se están aprovechando económicamente del acojono del pequeño inversor mundial. 
Quiénes han reaccionado como si lo que ha pasado lo tuviesen previsto y a quienes les ha pillado en calzoncillos.

En fín, que no miro a nadie, solo pienso en alto, pero no sabéis cuánto me alegraría que alguien pudiese convencerme que la guerra biológica todavía no ha comenzado.