Personas con mascarilla paseando por el distrito comercial de Seúl (Corea del Sur). REUTERS/Heo Ran El excelente artículo es de Cesar calderón en Público. |
Hasta ahora en esta crisis global que nos asola, hemos podido ver como llegaba la primera ola, la pandemia sanitaria, que ya está dejando miles de muertos y centenares de miles de infectados sacando además los colores tanto a incontables líderes políticos como a los sistemas sanitarios de todo el mundo. Y por encima de todos ellos, a los organismos financieros internacionales que llevaban años recomendando drásticos recortes en lo público, sanidad incluida.
También podemos ya saber que tras esta primera ola que está poniendo a prueba las defensas de nuestro estado del bienestar viene la segunda ola: la pandemia económica. Esta segunda ola, ya casi podemos verla desde el puerto, no es tan espectacular como la que acaba de chocar contra la costa, no dará siquiera ni para que salgamos al balcón a aplaudir a nadie, pero se llevará según los expertos entre un 4% y un 10% (o incluso más) de nuestro PIB, esto es, dejará a nuestro país con más de cinco millones de parados y prácticamente estancado de tal forma que casi recordaremos la crisis de 2008.
Pero de la que no se está hablando de la tercera ola: la crisis democrática, una ola de dimensiones colosales que ya está comenzando a crecer y que impactará sobre países cuyos rompeolas ya han sido destrozados por las dos primeras y que por tanto va a impactar directamente sobre las vidas de millones de personas en todo el globo. Está calando en nuestras sociedades un mensaje falso y que además es nocivo, y peligroso. Una narrativa venenosa que viene a decir que los países que mejor han reaccionado ante esta crisis no son precisamente aquellos en los que vivimos en democracias plenas, sino los países tecno-autoritarios.
Miren, a pesar de las peleas en la Unión Europea, norte contra sur, ricos contra menos ricos, no debe cabernos la menor duda, las democracias tardan más en reaccionar a este tipo de crisis globales, pero cuando lo hacen, el resultado es indiscutiblemente mejor. Atentos pues a esta tercera ola, que ya viene y amenaza con llevarse por delante las libertades que tanta sangre han costado en nuestros países.