Las primeras organizaciones políticas que decidieron salir anualmente fuera de sus recintos y organizar sus propios "Días de Partido" en lugares públicos, que yo recuerde, fueron el PNV con su Alderdi Eguna, el Partido Comunista con su fiesta en un parque madrileño, aunque últimamente la haya suspendido, y el PSOE, con su día de la rosa y tal y tal. Ahora resulta que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana le ha cogido gusto a las convocatorias callejeras y ha vuelto a convocar en Madrid a sus más aférrimos militantes. Y me parece estupendo que en su cita anual, y aprovechando que es un momento donde sus mensajes obtienen mas eco publicitario y propagandístico, hable de sus ideas e intente explicar sus argumentos sobre los temas que le parezcan mas importantes. Hasta aquí todo normal y correcto.
Donde empieza mi preocupación es al observar que ese derecho que ellos saben que tienen a opinar y a desarrollar sus ideas, parece que no se lo otorgan a los que no piensen como ellos. Ellos tienen todo el derecho a opinar. Los demás tambien. Ellos tienen todo el derecho a vivir solos o acompañados, como gusten. Los demás tambien. El problema no reside en que una sociedad permita a sus ciudadanos vivir así o asao, sino en las teocracias totalitarias que intentan imponer sus teorías a los demás, otorgándose el derecho de calificar de "natural" lo que ellos consideran bueno, y de "desfiguración sustancial" lo que ellos no aprueban para sus adeptos. A mí nadie me obliga a vivir con un hombre, a solicitar la eutanasia, a realizar un aborto ni a convivir con siete mujeres, de una en una, y de manera voluntaria, a lo largo de mi vida. Pero no niego la posibilidad a nadie de que en un momento determinado lo haga si esa es su voluntad.
Con el tema de la homosexualidad parece que les jode no tanto el que los homosexuales puedan casarse sino el que les equiparen en derechos con los demás. Parece que cada vez son mas conscientes de su perdida de poder en una sociedad cada vez mas madura y menos necesitada de líderes tan radicales y tan ansiosos de confrontarse con un poder civil que cada vez defiende mejor los derechos de la ciudadanía, incluyendo a las minorías. Hace solo unas décadas, patrimonializaban "la verdad". Ahora, afortunadamente, y aunque les cueste o les joda, deberían de ser conscientes de que no tienen, ni ellos ni nadie, la verdad absoluta, y deberían de estar mas dispuestos a compartirla. Sobre todo si reconociesen ser una de las organizaciones internacionales donde está demostrado que entre sus "liberados" también se desarrolla una manera de ser, de amar y de relacionarse que luego, públicamente, prohiben y condenan. Y esto, en tiempos de su lider se llamaba fariseismo.
Hoy, precisamente, hace tres años que en mi condición de Teniente Alcalde de Sopelana, presidí la primera boda civil en el municipio entre dos varones, y así lo escribí en mi blog de entonces bajo el título de El derecho al matrimonio de las parejas del mismo sexo. No solo no me arrepiento de aquello sino que estoy muy orgulloso de haberlo hecho.