Bernard L. Madoff podría ser –en el escenario de la crisis económica internacional- una especie de flautista de Hamelín. Detrás de Madoff no corrían sólo las ratas, sino los ricos que querían serlo más aún o, al menos parecerlo, aireando ante los amigos de la elite neoyokina y de Florida sus excelentes relaciones con el gurú de la pirámide o el fakir de las finanzas, al que se le acaba de descubrir que toda su parafernalia era mentira. Madoff, al fin y al cabo, se limitaba a embaucar a los agraciados por la fortuna, diciéndoles que multiplicarían sus ingresos y, sin duda, ocultándoles que él no era más que un experto en juegos de manos y otros trucos circenses.
Las ratas perecieron en el río, según el cuento de los hermanos Grimm, pero otras versiones menos amables para con el flautista añaden que -como venganza por no haberle pagados las autoridades de Hamelín su trabajo de liquidar a tantos roedores juntos- continuó tocando la música y los niños le seguían encantados incluso hasta desaparecer en una cueva.
Leído y recogido de "El análisis de Enric Sopena en elplural.com"