No voy a desvelar aquí mis simpatías por esta mujer que ha mantenido su posición de no admitir a trámite una iniciativa de EA para debatir en pleno qué banderas deben colocarse en la fachada de la sede legislativa.
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Suele coincidir en casi todos los ámbitos políticos que los grupos políticos pequeños, o incluso miembros minoritarios de los grandes, con escaso margen para diferenciarse y hacerse notar ante los medios de comunicación, presentan enmiendas de escaso valor real pero que pueden alcanzar ríos de tinta si los grandes partidos les entran al trapo y se dejan enmarañar en "su territorio dialectico", donde poco hay que ganar y mucho que perder.
Afortunadamente, Izaskun Bilbao nos ha librado de una "guerrita de banderitas" ridícula, propia de este fin de año kafkiano-esperpéntico, en el que tantas energias perdidas hay que volver a encauzar. Y los hay prestos para abrir temas que vuelven a dividir a la ciudadanía de manera innecesaria, hambrientos de debates artificiales que sirvan para enmascarar los problemas reales del país. Izaskun no ha caido en la trampa.
¡Hurra!