El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

domingo, 7 de diciembre de 2008

...y partiendo de su reconocimiento, a reformarla: La Constitución y su reforma

La Constitución claro que es reformable. Y desde Aznar hasta Izquierda Unida pasando por Guerra o por los partidos nacionalistas tienen propuestas claras al respecto. Sacralizar la Constitución, decir que no se puede tocar, es absurdo. La Constitución se puede reformar y, de hecho, cada uno de nosotros tendría la aspiración de reformar tal o cual artículo. La cuestión es que la Constitución significó la renuncia de una parte de las aspiraciones de todas las organizaciones políticas para lograr un texto que sirviera a la convivencia general de todos y si modificar algunos artículos ha de ser a costa de perder ese acuerdo general alrededor de un texto que sirve para todos, si es pagando ese precio, parece ser que los que tienen la sartén por el mango prefieren no hacerlo, y de alguna manera, les entiendo. Si no hay un acuerdo PP-PSOE en Madrid, matemáticamente no se puede modificar.

Pero 30 años parece un plazo razonable para poner en marcha la autocrítica y asumir los temas que en su momento quedaron “pendientes”. El “edificio constitucional”, aun siendo de los mas modernos del entorno, es evidentemente manifiestamente mejorable y, sobre todo, para algunos. Tampoco parece lógico que la interpretación que se podía hacer de algunos artículos de la ley cuando, por poner un ejemplo, ni existía Internet y algunos militares se dedicaban mas al arte del golpe que a sus menesteres constitucionales, sea la misma una vez que llevamos varios décadas de rodaje democrático.

Son varios los temas que sacaría a colación:

-Los mecanismos de representación del Estado parecen más lúcidos y claros por elección que por herencia. En cualquier caso, y sin modificar el articulado actual, en la sucesión sigue teniendo preferencia el varón sobre la mujer, algo que hoy en día suena caduco y esperpéntico. Intelectualmente parece más acertado elegir a la máxima representación del Estado que no heredarlo familiarmente.

-Una relectura acordada del artículo 150 podría zanjar muchos de los problemas que hoy todavía se mantienen vigentes con las nacionalidades históricas.

-La reforma del Senado, algo tan en boca de todos y que, al parecer, todos la desean, parece que no debería resultar tal complicada de realizar-

-La consolidación del estado laico conllevaría la eliminación de los privilegios actualmente existentes y de las interferencias que hoy día se producen en decisiones de las instituciones religiosas, sobre todo en el ámbito educativo, debiendo acordar reubicaciones fundamentales para que el estado se refleje, tal como se autodefine, laico e imparcial.

Reconozco que solo los cuatro puntos mencionados ya son de por sí suficientemente complicados como para consensuarlos en estos momento donde los acuerdos y los pactos brillan por su ausencia, pero el recordarlos creo que es bueno. Trabajar por conseguirlo en vez de quedarse en posiciones de autoexclusión por considerarla extranjera o lindezas similares, creo que debería de ser uno de nuestros objetivos.