Hace meses quise asistir a una obra teatral de Alfonso Sastre. Hoy me alegro de no haberlo hecho, para no ser señalado algún día de proetarra.
¿Creen que exagero? No tanto. La ley de partidos, que al principio despertó tantas dudas y escrúpulos, y que hoy se aplica con alegría, ha demostrado una elasticidad admirable. En ella cabe todo, y combinada con la doctrina judicial del “entorno del entorno”, nada se le resiste.
(…) Visto lo visto, yo voy a mirarme lo mío, no sea que pertenezca al entorno sin saberlo. Sobre todo después de leer la argumentación de la Abogacía del Estado para anular la lista de Iniciativa Internacionalista. Como ninguno de sus miembros está condenado por nada, se les criminaliza con cualquier cosa. Y en ese “cualquier cosa” es donde muchos podríamos ser batasunos sin saberlo.
Entre los “indicios”, firmar manifiestos por el fin dialogado de la violencia o contra la ley de partidos, haber publicado artículos en prensa a favor de la autodeterminación, o participar en una mesa redonda junto a algún abertzale. O no haber condenado a ETA en público, pese a ser, según la Abogacía, algo “política y socialmente procedente o razonable, y aún éticamente exigible”.
(Recogido del blog : escolar.net )