Cada día laborable
un capítulo (1/35)
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Corría el mes de Mayo. Eran las dos del mediodía del primer lunes del mes. Pedro había visitado Bilbao hacía más de veinte años, antes de que la ciudad disfrutara del cambio de imagen que la ha convertido en una localidad de interés turístico, y apenas podía reconocer ninguno de los lugares por donde pasó el autobús que le trajo desde Madrid. Puntualmente el vehículo estacionó en una de las nasas que la compañía ALSA tiene reservadas en Termibús. Pedro abandonó su plaza, bajó del autobús, recogió su maleta y oteó el horizonte buscando orientación. Observó la entrada de metro pero prefirió caminar. La lluvia golpeaba incómodamente su rostro, pero necesitaba caminar unos minutos para recuperarse del mareo que le acompañaba desde Somosierra. Siempre se mareaba, pero nunca llegaba a vomitar. Se le hacía una molesta bola en el estómago que no le dejaba en paz hasta que transcurrían unos minutos durante los cuales debía sentir sus pies bien ligados al asfalto.
Su primer objetivo era comer un buen menú, beber unos tragos de vino y recuperarse por entero del mareo. Luego comenzaría a buscar alojamiento.