Cada día laborable un capítulo (17/35) |
Pedro abrió los ojos antes de que el reloj digital de su mesilla marcara las ocho de la mañana. Había dormido maravillosamente. La noche del viernes disfrutó de una película en la que Robert de Niro interpreta a un policía de éxito que dedica parte de su tiempo a publicitar su trabajo y sus éxitos en la televisión. Desgraciadamente para Pedro, fiel fanático de la obra del actor italo americano, los malos matan al héroe demasiado pronto, y el interés del film decrece enteros al desaparecer De Niro, quien se vacía en la última escena en la que aparece, defendiéndose como un león del ataque de sus asesinos, atado a una silla y tras haber sido brutalmente golpeado. Muere, como hace en otras tantas películas, y la historia muere con él. Y tanta muerte depositó a Pedro en los brazos de Morfeo.