Recogido de:
administracionpublica Autor : Francisco Sosa Wagner |
Me parece que este tipo de anuncios, al empezar el debate sobre un nuevo diseño de la Administración local, no es prudente. Entre otras razones porque el Gobierno debe saber que es preciso guardar las formas y guardar las formas exige respetar los estatutos de esas mancomunidades y sus previsiones acerca de las transformaciones o extinción de las mismas. Comprendo que la autonomía local no es un valor que cotice alto pero por lo menos sería deseable que las máximas autoridades del Estado fueran algo más respetuosas con ella, al fin y al cabo se trata de un valor constitucional.
Quiero decir que estos “repentes” no son buenos.
A mi juicio, lo último es actuar de acuerdo a ocurrencias sin contemplar el panorama de las Administraciones locales en su conjunto. Un panorama irisado en el que conviven entes de muy diversa naturaleza y con una muy diversa andadura histórica.
Quiero decir que solo sabremos qué procede hacer con las mancomunidades cuando sepamos cabalmente qué hacer con las diputaciones y cuando sepamos qué tipo de municipio queremos (número de habitantes, riqueza, extensión etc). Es decir, cuando tengamos en la cabeza el cuadro en todos sus detalles.
Adviértase que, si respetando los trámites pertinentes, apostamos por la supresión de las mancomunidades, sus actuales límites geográficos podrían servirnos como base para el diseño del nuevo mapa municipal. Es evidente que allí donde hay una mancomunidad hay una carencia de los municipios, aisladamente considerados, para prestar un servicio o asumir una obligación.
Pues, si esto es así, aprovéchese ese espacio ya creado para una fusión ordenada municipal. Dicho de otra forma: los territorios de las actuales mancomunidades podrían ser la base física de unos nuevos municipios, más grandes, mejor dotados, más acomodados a las necesidades actuales.
Todo ello exige calma y visión de conjunto y exige acuerdo con las Comunidades autónomas que, conviene no olvidarlo, han de ser protagonistas esenciales de este proceso. Si queremos respetar los dictados constitucionales que -insisto- no son una bagatela.