Cada día laborable
un capítulo (4/35)
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Pedro fue ordenando su plan para ese martes de abril bajo el agua templada de la ducha. Ahí estuvo durante más de cinco minutos, al cabo de los cuales se vistió y bajó a desayunar. El desayuno estaba comprendido en el precio de la habitación. Fue un modesto bufete que incluía algo de fruta, embutido y algunos dulces. Comió algunos trozos de piña y melón y concluyó su desayuno con un aceptable croissant y un café con leche corriente. Lo mejor del desayuno el periódico. Siempre le había gustado desayunar frente al periódico. Allá en Madrid lo hacía en muy pocas ocasiones. Casi nunca estaba el diario en casa a la mañana. Sin embargo al hotel los periódicos llegaban a primera hora del día. Hojeó “El Correo”, el de mayor tirada en Bilbao. Leyó los titulares de las páginas dedicadas a las noticias locales y apenas se detuvo en las que hablaban de la imparable crisis que iba extendiendo sus temibles tentáculos por toda la geografía española y por todos los sectores sociales y productivos. Solamente se salvaban los de siempre. Prestó atención a los eventos culturales del día. Un par de conciertos de música clásica y un concierto de Fito Paez en el Teatro Campos. Nunca le había gustado mucho el cantante argentino, pero un concierto en vivo siempre es algo especial. A las ocho de la tarde. Buena hora. Preguntaría a la recepcionista por el teatro y terminaría allí la jornada.
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