en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

martes, 3 de julio de 2012

02-Huida al norte


Cada día laborable
un capítulo (2/35)
Eran las cuatro de la tarde de un interminable lunes de mayo. Afortunadamente las vacaciones de Semana Santa habían dejado un agradable recuerdo y recurría a él para compensar el aburrimiento y el hastío que le provocaba el comienzo del tercer y último trimestre del curso. Había estado caminando por la sierra de Huelva en compañía de su mujer y una pareja de amigos, comiendo buen jamón y bebiendo muchas cervezas. El curso estaba resultando especialmente duro. Tenía a su cargo una tutoría de segundo curso de la E.S.O. en la que al menos un veinte por ciento de los alumnos eran repetidores sin ningún interés por los estudios. Venían puntualmente a clase con la única intención de ver pasar las horas y los profesores, y con el deseo de que algo divertido suceda en el aula, algo capaz de hacerles olvidar por un rato el aburrimiento que les oprime el cuerpo entero. Por lo general solamente les divertían las situaciones de desorden en las que los profesores no conseguían controlar la clase y algún compañero era expulsado de la misma por haber cometido alguna infracción incalificable.

         Entre este insoportable grupo de estudiantes, por llamarles de alguna manera,  destacaba un chaval de dieciséis años, que ya había repetido dos veces, y que llegó en Septiembre al Instituto procedente de un reconocido colegio privado de la zona. Aunque sus padres debieron decir en secretaría que elegían este centro público porque habían oído que su oferta educativa era muy amplia y convincente, todos sabían que sólo había una razón que explicaba la presencia de Unai en el Instituto: los Jesuitas le habían expulsado de su colegio. Y había que comérselo con patatas. Y, más concretamente, era Julen quien debía comérselo con patatas. Era su tutor además de su profesor de Ciencias Sociales, Historia y Geografía. En total cuatro horas semanales con él en el aula, pero todos los días Julen debía escuchar a los demás profesores que pasaban por su clase de segundo “C”, su tutoría, las quejas sobre el comportamiento de Unai, sus insultos, sus faltas de respeto, su falta de interés, su nefasta influencia sobre el resto de la clase, etc, etc, etc. Y Julen escuchaba pacientemente y en ocasiones se sentía responsable de lo  que hacía esa criatura mal educada y consentida de dieciséis años.
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