El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

miércoles, 7 de octubre de 2015

Otro país se está dejando ver. Equivocarse en el análisis político es anunciar la derrota.

Las elecciones catalanas aportan bastantes elementos que pueden suscitar equívocos a la hora de plantear el próximo futuro electoral español.

Ciudadanos no es un fenómeno casual ni coyuntural. No comparto esos análisis que lo identifican, así de simple, con el Ibex 35, con la agrupación de grandes empresas españolas, como si fueran simplemente el invento diseñado en el despacho del presidente de Movistar o de Repsol. Las cosas en política suelen ser más complejas. Este partido puede ser la imagen de sectores sociales y económicos nuevos, surgidos al calor de la nueva economía de principios de siglo y, por supuesto, de la crisis que ha afectado en general pero de forma desigual a toda la sociedad española. Es, por decirlo en pocas palabras, la muestra de esa mesocracia o clase media —que ya no es la vieja y carcomida burguesía pepera— que se ha venido gestando en el último periodo.

¿Es malo eso? ¿Es negativo que actúen de forma autónoma en política? Me parece que no. Necesitábamos que surgiera Ciudadanos para darnos cuenta de que eso estaba ahí y de que, como dice el refrán, no todo el monte es orégano, es decir, no todo lo que se mueve es de izquierda. ¿Es ciudadanos de derecha? ¿Representa a la nueva derecha española que puede competir con el PP e incluso sustituirlo como ha ocurrido en Cataluña el 27S? Puede ser, y desde luego por ahí pueden ir algunos cerebros de los poderosos e incontestados poderes económicos españoles (véase el artículo de Economía Digital del pasado 3 de octubre) pero esa operación no sería posible si no hubiera un caldo de cultivo, una base sociológica sobre la cual desarrollarse. Porque el voto de Ciudadanos no es solo el proveniente de ese joven universitario seguidista de la new economy. Capas populares y de trabajadores le han comenzado también a votar, sin asco y sin prejuicios. Cataluña es el último ejemplo pero antes lo fue Andalucía.


Reflexión recogida de "En campo abierto"