No podemos olvidar que hemos vivido cuatro años duros. Duros, sobre todo, de puertas hacia fuera. Mucho sufrimiento en la calle, situaciones personales y familiares dramáticas como consecuencia de la crisis y la respuesta de la derecha.
Ha habido un avance importante, que no quiero pasar por alto, y es que se ha producido una mayor implicación política de la ciudadanía española. Si en algo, no se avanzó suficiente en el desarrollo democrático de nuestro país es que no se consolidaron los deberes como ciudadanos. Y en este tiempo de ataques a los derechos, se ha despertado el ejercicio de nuestros deberes y el interés y la participación en lo público.
Y sobre todo, lo mejor de esta legislatura es que llegó a su fin. Se abre un tiempo nuevo, un tiempo de esperanza. Poner de nuevo a las personas en el centro de las decisiones políticas es necesario. Que los acuerdos y los pactos se alcancen mirando hacia afuera, buscando el bien común.