en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

sábado, 3 de octubre de 2015

Ibarretxe y Mas. Dos caminos. Dos actitudes.

Justo el mismo día que los catalanes han acudido a votar sus elecciones plebiscitarias, el lehendakari Ibarretxe ha ocupado un puesto de honor, en la primera fila de butacas, en la conmemoración del Alderdi Eguna del PNV, que es el día del Partido Nacionalista Vasco. Ni Ortúzar ni Urkullu se preocuparon mucho de lo que estaba aconteciendo en Cataluña a tenor de cuanto discursearon en la celebración. 
Al PNV nada le ha ido ni le ha venido en esas elecciones, lo cual ha quedado demostrado en el escaso interés mostrado por sus líderes. Entre las elecciones plebiscitarias a la brava de Mas y la búsqueda comedida de “nuevo estatus” de Urkullu hay una distancia casi infinita, es más, los caminos de ambos proyectos ni siquiera se divisan entre sí.
Si Mas inició una dificilísima travesía, con su risa sardónica y a la vez cínica, la va a terminar, probablemente, en el ostracismo, arrinconado por su propia soberbia. Da la impresión de que Mas ha querido imitar a Ibarretxe pero, peor aún, se ha empecinado en superarle, ha tirado de la cuerda hasta la extenuación, y se ha extenuado. El Plan Ibarretxe siguió los pasos que tenía que seguir durante los cuatro años que duraron las discusiones en los diferentes foros. El “plan” Mas solo ha obedecido a sus ansias de posteridad, a su deseo de superar a todos, incluida la Ley. Lo peor es que está obsesionado con continuar la travesía a pesar de que tiene la nave encallada y en el cielo se anuncia una tempestad inevitable.
Ahora mismo Mas e Ibarretxe deberían ponerse de acuerdo para pasar unos días en algún cenobio. Allí, en el incomparable marco del claustro Ibarretxe deberá convencer a Mas de que hay caminos que, una vez elegidos, llevan inconfundiblemente al abismo por más que haya entusiastas seguidores jaleándonos mientras pasamos. Y que hay éxitos perecederos porque no son vividos ni interpretados del mismo modo por todas las conciencias. Ibarretxe se fue de la Política como se van quienes, dignamente, asumen una equivocación. Mas deberá irse también porque se ha equivocado, pero además lo ha hecho con nocturnidad, premeditación, alevosía y mucha soberbia. Si no se va, debería ser despachado por los mismos que le alzaron a un pedestal para el que no tenía ni ética ni aptitudes.