Estamos ante una deliciosa comedia negra cinematográfica en la que Campanella aborda múltiples cuestiones, y todas ellas con un gran acierto.
Es un retrato vitriólico de la amistad y del amor. Un lúcido análisis de las eternas luchas generacionales, con los jóvenes ambiciosos siempre dispuestos a ocupar el lugar de los mayores, que se defienden con sabiduría y experiencia.
Un sentido homenaje al cine argentino, una reivindicación del arte del engaño, una denuncia sin ambages de la especulación y el capitalismo salvaje. Y, por encima de todo, una película divertidísima, con una colección de brillantes diálogos, acerados y cínicos.