Parafraseando al secretario general de la ONU, António Guterres, nada ocurre en el vacío. Lo ocurrido esta Nochevieja frente a la sede del PSOE en la madrileña calle de Ferraz, en que un grupo de fascistas colgó de un semáforo un muñeco de Pedro Sánchez al grito de “hay que acabar así con él”, no surgió de la nada. La simulación del ahorcamiento del presidente ha sido un capítulo más –me temo que no el último– dentro de una campaña sin precedentes de agitación contra el Gobierno y la izquierda cuya responsabilidad no hay que achacar solo a los extremistas de Vox, sino también, por acción u omisión, al Partido Popular.
Estoy convencido de que, en este momento histórico, la mayor amenaza para la convivencia y la democracia, tanto en España como en buena parte del mundo occidental, es la extrema derecha. Encarnada aquí por Vox, con la bendición del PP.