El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

martes, 26 de julio de 2016

Hoy comienza el paseillo ...

... y de uno en uno, veremos cómo saludan al Jefe del Estado. Se aportará poca información y tal vez no salga a la primera pero esta posibilidad que apuntaba José María Calleja en El Correo del pasado viernes suena como la más posible y, posiblemente, la más razonable dentro de los parámetros ideológicos de los partidos:

No llegaremos al desparrame de Aznar, que confesó hablar catalán en la intimidad después de que los suyos llamaran enano catalanoparlante a Pujol. Tampoco veremos algo semejante a Arzalluz haciéndose la foto en la sede madrileña del PP coronado por la gaviota. No veremos una firma en el hotel Majestic del pacto entre el PP y lo que entonces era CiU. No habrá un Arzalluz que diga desde su mandíbula argumental aquello de «en catorce días con Aznar hemos conseguido más (transferencias) que en 14 años con Felipe». No; no veremos aquellas imágenes ni escucharemos aquellas frases de 1996, pero que hay un acuerdo entre el PP con lo conocido hasta ahora como Convergència y con el llamado PNV de toda la vida, no les quepa duda.

El primer síntoma de este pacto han sido las votaciones para elegir a la presidenta del Congreso y para la configuración de las mesas del Congreso y del Senado. El portavoz del PP ha dicho que eso que nos quieren vender como votos fantasma eran de Convergència y del PNV.

Lo que más molesta en esta operación acuerdo es la falta de transparencia en los partidos que han reordenado sus votos y que tiene que ver con el miedo a que los pactos del PP y con el PP puedan tener un coste electoral.

En el partido de Rajoy se ha pasado de demonizar cualquier acercamiento de otros al partido de Mas como un ejercicio que amenazaba con romper España, a justificar, Margallo, que discrepar en algunas cosas no significa no poder acordar otras.

Otros síntomas del acuerdo son el enfriamiento de la agenda independentista y que el fiscal ya no pida cárcel para Mas por convocar la consulta de 2014 por la independencia .

Al PP le basta con el apoyo de Ciudadanos y la abstención de CDC y el PNV para investir presidente a Rajoy. El acuerdo explicaría que Rajoy, a diferencia de la anterior legislatura exprés, haya dicho ahora que está dispuesto a todo, sin haber anunciado explícitamente los apoyos con los que cuenta.

En Cataluña, el actual presidente Puigdemont se someterá a una cuestión de confianza ante el Parlamento catalán el próximo mes de septiembre. En Euskadi, habrá elecciones autonómicas en octubre y el PNV teme que necesite el apoyo de otros partidos si quiere conservar la Lehendakaritza. En los dos casos, los escaños del PP pueden ser decisivos para impedir que Puigdemont dimita o para facilitar que Urkullu siga.

Estamos asistiendo a los primeros pasos de un nuevo tipo de relaciones entre el PP, la conocida como Convergència y el PNV, que en este caso no son tildadas de acuerdos para romper España y esas cosas, y que se venden como sentido de Estado, facilitar la gobernación y evitar nuevas elecciones.