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Catalunya está viviendo sus jornadas más extrañas. Ayer, por ejemplo, en las calles de Barcelona se vivió el reverso de los tristes acontecimientos de hace un año.
Si el 1-O fueron las fuerzas del Estado las que se ensañaron en algunos colegios electorales contra quienes creían defender las urnas y la democracia, esta vez han sido los independentistas quienes han acosado y agredido a los guardias civiles y policías nacionales que pretendían manifestarse por las calles de la ciudad.
Si un año atrás los Mossos d'Esquadra asistían, entre estupefactos e impotentes, a una somanta de porrazos a cargo de los 'piolines', en esta ocasión han desenfundado sus porras para repeler a la masa soberanista.
Entonces el Govern clamaba contra los excesos de Mariano Rajoy; hoy los CDR amenazan a 'president' Quim Torra y al 'conseller' Miquel Buch: "Traidores, lo pagaréis." Ya ni la bandera de los políticos presos les basta para ocultar el cisma interno.
El independentismo, como la Alicia de Lewis Carroll, ha cruzado el espejo. Al otro lado del cristal, los Mossos y el Govern devienen enemigos, la declaración de independencia fue "simbólica", el "mandato democrático" del 1-O parece elástico y la república, una entelequia. Solo le falta averiguar dónde habita la realidad y dónde el ensueño.