El 20 de septiembre del año pasado, la sociedad catalana vivió el primer gran día de tensión en las calles que caracterizaron aquel otoño caliente.
El tejido institucional y político, sometido durante años a fuerte tensiones y que los días 6 y el 7 de septiembre quedo gravemente resquebrajado, se rasgó de forma definitiva tal día como hoy hace un año.
El tantas veces anticipado choque de trenes se materializó ese día, y la relación institucional desde entonces no ha hecho más que empeorar. Los gobiernos catalán y pepero no se esforzaron mucho en este sentido y parecían apostar por el desgaste del contrario.
Y 365 días después la cosa no ha mejorado mucho. Y tal como se suele decir, todo lo que no mejora ... empeora.
En este tiempo, el Estado y el independentismo no han logrado encontrar la forma de suturar la herida que empezó a sangrar en aquella Conselleria.
La oportunidad que se ha abierto con la formación del nuevo gobierno en La Moncloa no puede dejarse escapar. No sé si será el último vagón del último tren, pero deberíamos actuar como si lo fuera.
La oportunidad que se ha abierto con la formación del nuevo gobierno en La Moncloa no puede dejarse escapar. No sé si será el último vagón del último tren, pero deberíamos actuar como si lo fuera.