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sábado, 25 de mayo de 2019

Vayan a votar; es bueno para el corazón. La indiferencia mata. Y recuerda: Algunos políticos son mucho peores que otros.

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Muchos de los mayores crímenes de la historia tuvieron su origen, más que en el odio, en la indiferencia. Sus responsables fueron personas que podrían haber hecho algo, pero no se molestaron en levantar un dedo. La indiferencia mata. Quizá la indiferencia de un votante no le mate a él; pero hay muchas probabilidades de que mate a otro.

Algunas personas no se molestan en participar en las elecciones europeas porque creen que un voto nunca cambia nada. No es verdad. Quizá el voto que usted deposite no cambie el equilibrio de poder en el Parlamento Europeo, pero desde luego le transformará a usted. Es importante adoptar una posición moral para mantener su corazón en forma: si no, el corazón se endurece y se osifica, y la próxima vez que necesite luchar por algo —no necesariamente en las urnas— le costará más hacerlo. Otros justifican su indiferencia diciendo que “todos son igual de malos”.

No es verdad. Incluso cuando todos los bandos son malos, pocas veces son igual de malos. En 1933 hubo muchos alemanes que no se molestaron en votar. “Qué más da”, se dijeron a sí mismos, “todos los políticos son iguales”. Pues no. Algunos políticos son mucho peores que otros.

No soy quién para recomendar a un partido o un candidato concreto. Pero sí puedo decir que la prosperidad y la supervivencia de la humanidad en el siglo XXI dependen de que haya una verdadera cooperación regional y mundial. Es la única cosa capaz de prevenir la guerra nuclear, detener el cambio climático y regular tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial (IA) y la bioingeniería. De modo que hay que votar por partidos que promuevan esa cooperación regional y mundial.