en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Al final iré a votar contra la extrema derecha y contra los que pactan con la extrema derecha, contra el racismo, contra los que miran hacia otro lado cuando se siguen ahogando centenares de personas en el Mediterráneo y por una solución dialogada en Catalunya.

Ilustración de M. Tognola y texto de J. Evole en La Vanguardia

Mi cara de susto ha ido en aumento; sobre todo viendo la campaña que ha planteado el PSOE.

Este Pedro Sánchez me ha recordado más al Sánchez encorsetado del 2014, apoyado por el aparato del partido para impedir que Eduardo Madina fuera secretario general, que al Pedro Sánchez rebelde y combativo del 2017 que ganó las primarias contra el mismo aparato que le aupó. El primer Sánchez perdió votos en las elecciones generales. El segundo, los ganó.

Sólo nos faltaba una extrema derecha sacando pecho (metafórica y literalmente) y colocando muy bien su discurso xenófobo en debates en prime time , sin prácticamente réplica del resto de fuerzas políticas. 

Total que, aunque en verano se me había pasado por la cabeza pegar un corte de mangas a las urnas, me he repensado lo de no votar por primera vez en mi vida, y mañana lo volveré hacer.

Votaré contra la extrema derecha y contra los que pactan con la extrema derecha. Los mismos que se pelean de maravilla en los debates, los mismos que se entienden de maravilla para gobernar. Me siguen dando el mismo miedo que ya me daban en abril.

Votaré contra el racismo, contra los que miran hacia otro lado cuando se siguen ahogando centenares de personas en el Mediterráneo. Contra los gobernantes que tardan semanas en dar un puerto seguro a un barco cargado de personas rescatadas de morir ahogadas.

Votaré por una solución dialogada en Catalunya, donde la persuasión gane a la represión. Y votaré contra los que quieren que sigamos votando hasta que salga lo que ellos quieren. Contra los que creen que vivimos en una sociedad teledirigida, sin pensamiento crítico, donde se puede moldear nuestro voto a su antojo a base de hacernos votar cuatro veces en cuatro años.