Este caso de corrupción pasó en Andalucía por una razón: porque un gobierno que se perpetúa durante décadas acaba cayendo en el abuso de poder.
Porque este fondo de reptiles tenía un objetivo político: una red clientelar, basada en el control arbitrario del dinero de todos, dentro de una autonomía que aún depende enormemente del sector público. Una red clientelar que también servía para ganar elecciones.
Resulta sonrojante escuchar al secretario general del PP, Teodoro García Egea, decir que el caso de los ERE es "el mayor caso de corrupción de Europa" desde la misma sala de prensa cuyas obras de reforma el PP pagó con dinero negro. O cuando intenta responsabilizar de este caso de corrupción a Pedro Sánchez, un político que en esos años era un simple concejal en Madrid y que, ya como secretario general del PSOE, se negó a pagar a los abogados de Chaves y Griñán y los hizo dimitir de sus cargos públicos.