en la que los catalanes elegirán su Parlamento.
en la que elegiremos el nuevo Parlamento Europeo.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Inquietante cóctel el de las sotanas cabreadas y la ultraderecha en plena ebullición.

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Tras la firma del preacuerdo entre Podemos y el Partido Socialista “para conformar un Gobierno progresista de coalición”, todos los cabreos que vemos aireados desde el martes en redes, televisión y demás medios de guardar eran previsibles. Y si me apuráis, hasta adivinables en los términos en que van produciéndose así que, desde este punto de vista, no parece que exista nada nuevo bajo el sol. Faltan los obispos, que aún no han dicho esta boca es mía. Si no ladraran quienes ya lo están haciendo a pleno pulmón es cuando habría que preocuparse, porque significaría que no se cabalga.

A pesar de las crisis gordas vividas durante el noviazgo, son muchas los desafíos en que la pareja Sánchez-Iglesias parece haberse puesto de acuerdo, como apostar por la justicia social, garantizar la convivencia, acabar con el frentismo de este país o terminar con la delincuencia fiscal. El escollo más peliagudo, como siempre desde hace tanto tiempo en España, continuará siendo la Iglesia, que sigue manteniendo prebendas y privilegios impropios de un país cuya sociedad es abierta y moderna. 

Si, con sus conspiraciones, la Iglesia puede desestabilizar el acuerdo lo hará; sus movimientos de ajedrez serán más peligrosos que los de todos los miembros del Ibex 35 juntos.

Inquietante cóctel el de las sotanas cabreadas y la ultraderecha en plena ebullición. Ahí está el verdadero peligro, no en los militares, los banqueros ni los empresarios, sectores cuya proyección internacional les pone difícil apostar por desvaríos decimonónicos sin hacer el ridículo en foros e instituciones europeas. 

El follón lo van a montar los curas y los fachas, aunque ojalá me equivoque. Costará hacerles entender, si el acuerdo Psoe-Podemos llega a buen puerto, que el mal rollo en blanco y negro no va tener sitio en la nueva España por construir, y que ya va siendo hora de poner al día aulas y púlpitos, tal como ordena la Constitución.