Con sus uniformes paramilitares,
las banderas de la Confederación sudista
junto a las de las barras y estrellas
y una abrumadora presencia de varones blancos,
los asaltantes del Capitolio presentaban su carné de identidad:
venían de esa América profunda de la Biblia y el fusil,
de las milicias patrioteras y ultraderechistas,
de la fe en el líder carismático
y del odio a la pluralidad y la modernidad donde,
con la complicidad del ala más conservadora del Partido Republicano,
ha ido germinando en los últimos lustros
la contemporánea versión estadounidense del fascismo.
Si el fascismo clásico italiano tuvo en 1922 su Marcha a Roma y el nazismo alemán tuvo en 1933 su Incendio del Reischstag, el fascismo estadounidense del siglo XXI tuvo en el día de los Reyes Magos del año 2021 su propio episodio histórico. Que el asalto violento al Capitolio de Washington no triunfara, no le resta un ápice de gravedad a la intentona.
En Europa conocemos perfectamente cuáles son los rostros del fascismo en este lado del Atlántico, no minusvaloren su peligro.