Portugal ha decidido mantener la celebración de sus elecciones presidenciales el próximo domingo. Ocurrirán en la cresta más alta de la nueva ola pandémica, con el país confinado legalmente. En la jornada electoral se podrá circular y cada ciudadano deberá llevar su bolígrafo para votar. Alrededor de las mesas electorales, habrá una delicada coreografía de distancias de seguridad, manoteos desinfectantes, ventanas abiertas y las ya clásicas mascarillas.
Y Cataluña, con un mes por delante, debería de preparar una campaña de voto por correo excepcional. Y adelante. Somos mayorcitos. La gente decidirá si va en persona o vota por correo. Sin excusas. Y al final, como en todas las elecciones, habrá que fijarse en la abstención para determinar si la democracia ha derrotado a la pandemia o si esta le ha soltado un bofetón a nuestro sistema de libertades.