Bien. Postivo. Nunca la izquierda independentista había realizado un reconocimiento tan explícito del dolor causado a las víctimas de ETA. Además de expresarles su pesar por el sufrimiento padecido, hasta hoy no había admitido que nunca debió producirse ese dolor.
Y para darle mayor relieve a esta declaración inédita, ha decidido que la protagonice su líder, Arnaldo Otegi, en un escenario simbólico, el palacete en el que escenificaron hace diez años el teatrillo para darle la excusa a ETA y que pare su locura.
Ahora bien, el proceso de acercamiento a la democracia parlamentaria me recuerda al de ese niño de 3 añitos al que su padre le dice que vaya donde él está, el niño no quiere, pero obedece a regañadientes y da pasitos minusculos, obedeciendo con morritos y a su ritmo,
y aunque obedece, es obvio que lo hace por obligación.
Con el niño de 3 años es gracioso.
Con Arnaldo y compañía es ridículo.