
El caso es que yo creía que los traductores habían superado ya fases en las que las burradas estaban a la orden del día. Recuerdo, por ejemplo, aquella famosa "azpigona" como traducción ferroviaria a las "combinaciones" en las vías férreas.
El apoyo de la Asamblea General de la ONU a una suspensión mundial de las ejecuciones supondría un hito notable en el logro del objetivo de un mundo sin pena de muerte.
Por ello, junto con la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte y otras organizaciones no gubernamentales, Amnistía Internacional vamos a promover las próximas semanas los apoyos a esa resolución en el 62º periodo de sesiones de la Asamblea General en Nueva York.
La Coalición Mundial contra la Pena de muerte destacará especialmente esta iniciativa en el curso del Día Mundial contra la Pena de Muerte, que se celebra hoy, con el lema "No a la pena de muerte: El mundo decide".
¿De país? No parece. Cuando Zapatero habla de “país”, se refiere a España. Ibarretxe, en cambio, piensa en Euskadi. No sé si son países diferentes; son, en todo caso, colegios electorales distintos. Allá cada pescador con sus aguas.
¿Se equivoca Ibarretxe de continente? En ese punto las cosas están mucho más claras. Si se observa la evolución del mapa europeo de hace 20 años para acá, se constata que la tendencia, nítida como pocas, es a la creación de nuevos Estados. Europa tropieza con enormes dificultades para avanzar en su coordinación económica y política –cosa que deploro, dicho sea de paso–, pero se las arregla estupendamente para subdividirse en cada vez más Estados. Alemania contribuyó a ello muchísimo, abogando por el derecho de autodeterminación de los pueblos balcánicos. El antecesor de Zapatero, Felipe González, optó por no decir nada en contra de aquel influjo alemán, quizá por su aversión al ‘fuego amigo’.
El lehendakari no exige un trato como el que la Europa oficial ha dispensado a Croacia, a Ucrania, a Eslovaquia o a los países bálticos. Reclama tan sólo el derecho a renegociar las condiciones de la adscripción de Euskadi a España, para que el pacto se acomode mejor a los deseos de la población vasca. ¿Es eso un desvarío, como dice Fernández de la Vega? Admitamos que ella, que respaldó el ascenso de Rodríguez Galindo al generalato, es experta en desvaríos.