Una tarde mas o menos ociosa con una hija deseosa de comer palomitas puede terminar haciéndote ver una peli no buscada desde el sofa de tu casa. "El hombre del año" ha sido la elegida y, la verdad es que ha sido entretenida. Han sido varias las frases que a lo lardo del film se me han quedado grabadas y merecen cierta atención.
El la peli se nos demuestra que la televisión, y ahora también internet, hacen que todo sea creíble, o lo que es casi lo mismo, y como consecuencia lógica, que nada lo sea en principio. La gente ha cambiado durante los últimos años de canales de información, y controlar los liderazgos y las reacciones populares resulta cada vez más difícil, por no decir casi imposible.
Aunque, por muchos nuevos canales que haya, cuando de una votación a la presidencia yanqui se trata, "lo importante es que la gente piense que su voto cuenta", aunque no sea del todo cierto, y cuando se prevé la posibilidad de que "un humorista gobierne el mundo libre", éste se da cuenta de que de la misma forma que "cuando cuentas un chiste malo, aunque oigas risas, sigue siendo malo", termina reconociendo que "la misión de un bufón no es gobernar el reino, sino reírse del rey", y se retira a tu "territorio original".
Defiende la idea de que la irreverencia es el paradigma de la libertad y que la honradez a uno no tiene por qué impedirle seguir siendo irreverente. Al terminar, cuando renuncia a ocupar el despacho oval, acaba con una frase que a lo mejor debería se presidir más de un frontis:
"Los políticos son como los pañales, hay que cambiarlos con frecuencia y por la misma razón".
El la peli se nos demuestra que la televisión, y ahora también internet, hacen que todo sea creíble, o lo que es casi lo mismo, y como consecuencia lógica, que nada lo sea en principio. La gente ha cambiado durante los últimos años de canales de información, y controlar los liderazgos y las reacciones populares resulta cada vez más difícil, por no decir casi imposible.
Aunque, por muchos nuevos canales que haya, cuando de una votación a la presidencia yanqui se trata, "lo importante es que la gente piense que su voto cuenta", aunque no sea del todo cierto, y cuando se prevé la posibilidad de que "un humorista gobierne el mundo libre", éste se da cuenta de que de la misma forma que "cuando cuentas un chiste malo, aunque oigas risas, sigue siendo malo", termina reconociendo que "la misión de un bufón no es gobernar el reino, sino reírse del rey", y se retira a tu "territorio original".
Defiende la idea de que la irreverencia es el paradigma de la libertad y que la honradez a uno no tiene por qué impedirle seguir siendo irreverente. Al terminar, cuando renuncia a ocupar el despacho oval, acaba con una frase que a lo mejor debería se presidir más de un frontis:
"Los políticos son como los pañales, hay que cambiarlos con frecuencia y por la misma razón".