No es bueno el olvido. No es bueno el olvido, porque este pueblo, además de luces y valores innegables, tiene también enormes sombras. La sombra mayor, en los últimos años, es la que ha proyectado sin compasión el grupo terrorista ETA. Ahora que está más débil que nunca, aunque puede seguir haciendo daño, es bueno recordar sus salvajadas, recordar su falta de escrúpulos en segar vidas ajenas en nombre de un conflicto patrio.
Korta era un buen hombre, un buen amigo, un buen padre de familia y un buen empresario. Se opuso siempre a las exigencias de ETA, y se negó a pagar el precio ('impuesto revolucionario' lo llaman) exigido por la siniestra organización. Pidió, también, en nombre de Adegi, que no lo pagase ningún empresario. Por todas esas cosas lo mataron.