En las sociedades democráticas suele ser lo lógico y lo normal que, cuando alguien hace una propuesta, una parte de la sociedad la considere aceptable y otra no. Y así ocurre en todos los ámbitos de la vida. En la política, afortunadamente, el arco parlamentario acoge a todas las opiniones democráticas que han obtenido un mínimo de votos en las elecciones. En el mundo sindical, cuando un sindicato hace una propuesta, hay trabajadores que la apoyan y la secundan y otros que no. ¡Viva la libertad de elección! Y así en casi todos los ámbitos de la vida. Solo en las sociedades "no democráticas" o en las que impera un poder oculto o presumiblemente violento, las decisiones se toman por una "aplastante" mayoría o por una unanimidad total solo conseguible bajo los efectos del miedo, la amenaza o el terror.
Hoy las txoznas de las fiestas de Bilbao y los comerciantes hosteleros de la villa están llamados a secundar un paro para protestar por la aplicación de la ley a unos colectivos que el año pasado confundieron e intentaron confundir a los que vivían la fiesta sus frustraciones con los deseos de todo un pueblo.
Ojalá la conclusión de hoy sea simplemente que el número de entidades que han seguido la convocatoria es proporcional al apoyo social de la ideología que está detrás de la misma. Y ojalá la sociedad, y ellos mismos, se den cuenta de que la fiesta puede seguir tan bien o mejor a pesar de sus provocaciones y boicoteos.