Desde la esquina de las viejas taquillas de San Mamés, tras la demolición completa de la tribuna principal parece que el viejo y el nuevo estadio se fusionen en un único campo.
Mientras tanto, en el suelo, lo que queda del viejo arco, llora compungido que se le haya ninguneado como si no hubiese sido un elemento clave del skyline de Bilbao, esperando ser trasladado fuera de la capital bilbaina porque quienes así lo han decidido han debido de pensar que el arco era un elemento deportivo y del Athletic, cuando en realidad era un elemento arquitectónico y de todos los bilbainos, bilbainas y visitantes.