El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

lunes, 26 de enero de 2015

¿Por qué ha ganado Syriza en Grecia?

- Porque más allá de su propuesta anticapitalista y su oposición tajante a las políticas neoliberales de la Unión Europea (UE), que han contribuido de manera determinante a la tragedia griega, el partido de Alexis Tsipras se ha impuesto por otros motivos. Los mismos que están llamados a romper con el bipartidismo en España.

- Porque el ejercicio de la política, afortunadamente, no descansa únicamente sobre los políticos de turno, ni sobre partidos cerrados poco amables con la participación activa de sus votantes entre periodos electorales, sino sobre el conjunto de la ciudadanía.

- Porque la nueva manera de entender la política convierte al ciudadano en un auténtico activista de la política, brindándole la oportunidad de opinar en influir en el curso del país más allá de unas elecciones cada cuatro años. Y esto internet es una herramienta fundamental que muchos partidos han despreciado, cuando no intentado evitar por todos los medios.

- Porque las nuevas propuestas políticas devuelven la dignidad al pueblo, le hace consciente de su poder, mucho más fuerte y desequilibrador que el chantaje de la banca y las grandes multinacionales. 

- Porque sólo hay dos maneras de que se produzcan grandes cambios sociales que hacen historia: por la represión, que es lo que estamos viviendo en países como Grecia o España; o por la ilusión y unión del pueblo inspirado por ideales nobles.

- Porque la carga de solidaridad que nos trae esta nueva política, que en estos tiempos vemos materializada en las mareas (Sanidad, Educación, Desahucios, EREs injustos…) es el arma más poderosa. A fin de cuentas, el plantemiento económico-social basado en el individualismo, en la competitividad, en contemplar al resto como adversarios y no como apoyos queda claramente superado. La semilla para acabar con todo eso ya ha germinado.

- Porque esta solidaridad, además, es internacional, lo que asusta doblemente a los buitres neoliberales.