Si aceptamos que la concesión de los indultos a los condenados por el procés que este martes aprobará el Gobierno es un punto de inflexión en la crisis territorial que España afronta desde hace más de una década (por no decir tres siglos), valdría la pena dedicar una tesis doctoral al análisis comparativo entre los discursos pronunciados este lunes, con una diferencia de pocos minutos, por Pedro Sánchez en el Liceu barcelonés (ver aquí) y por Pablo Casado ante la plenaria de los grupos parlamentarios del Partido Popular (ver aquí).
Por otra parte, y pesar del ruido, de la polarización y de la desinformación galopantes, hace décadas que la ciudadanía española viene demostrando ser mayoritariamente partidaria del diálogo frente al insulto, de la concordia frente a la ruptura, del respeto mutuo frente a la imposición, de la pluralidad frente al autoritarismo (sin todo eso, además de los intereses creados, no habría existido Transición alguna). Los discursos de Sánchez y de Casado este lunes han dibujado dos formas de concebir Cataluña, España y la propia democracia.
Si hiciéramos una cata a ciegas, observaríamos que en el mensaje con el que Sánchez argumenta los indultos se reiteran los conceptos de concordia, convivencia, diálogo, respeto, democracia, corazón, acuerdo, reconciliación... En el de Casado abundan distintas variedades de términos como sanchismo, España, golpe de gracia, cambio de régimen, separatismo, secesión, cobardía ...
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