El acto de ayer en Colon puso en evidencia una vez más los inquietantes aspectos del movimiento opositor español:
1.-una dañina instrumentalización de símbolos —entre ellos, la propia Constitución Española— que por su naturaleza institucional sería preciso dejar fuera de cualquier patrimonialización política;
2.-la ausencia en todo momento de un plan alternativo por parte del principal partido de la oposición y
3.-cierto reflejo de divisiva superioridad moral.
Nadie es facha por rechazar los indultos, o por intentar hacer confundir simbolos colunes con ideología particularísima, ahora bien, hablar de "españoles de bien", como lo hizo Rosa Díez, resulta tan peligroso como meter al Jefe del Estado en un tema en el que, por imperativo legal, solo tiene que firmar donde le indiquen.
Lo de ayer sería una invitación al pesimismo, si no fuese por las innumerables y significativas ausencias de políticos de derechas que no querían que a medio plazo se les pueda mezclar con los radicales de Colón. Hay cierta esperanza.