en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

martes, 15 de junio de 2021

Ni la extrema derecha ni la derecha extrema
acaban de admitir la legalidad del gobierno,
la de sus socios, ni, en definitiva, la Constitución.

 


Este domingo pasado, el Partido Popular cometió un nuevo error de cálculo al sumarse a la manifestación de la madrileña plaza de Colón contra los indultos a los presos independentistas catalanes: el rédito político de la concentración se lo llevó Vox, los abucheos de los más exaltados se los llevó Pablo Casado y el protagonismo se lo autoadjudicó la baronesa –y partidaria de pactar con Vox– Isabel Díaz Ayuso al proclamar a las puertas de la sede central del partido: "¿Qué va a hacer el rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Le van a hacer cómplice de eso?".
Pocas cosas más antioccidentales, más antieuropeas y más imprevisibles que el que una alta dirigente de un partido de Gobierno incite al rey de una monarquía parlamentaria a saltarse su propia Constitución.
Casado y su equipo más cercano han corregido este lunes a Díaz Ayuso, pero con mucho circunloquio y cuidado.
En el fondo, lo que subyace bajo el intenso debate sobre los indultos y bajo otras muchas polémicas anteriores es que no acaban de admitir ni la legitimidad del Ejecutivo ni la legitimidad de parte de los escaños que lo sustentan, y cuestionan por sistema esas iniciativas y las tildan de ilegales.
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