El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

miércoles, 25 de septiembre de 2024

La utopía de una España laica.

La situación de confesionalidad institucional en España no solo se mantiene, sino que en estos últimos años ha aumentado considerablemente, a pesar de que la secularización de la sociedad es cada vez más evidente: por ejemplo, cada año menos escolares solicitan clases de religión, los bautizos en la fe católica disminuyen, las bodas civiles superan en muchísimo a las religiosas en Bizkaia solo 5 de 518), las personas que se declaran agnósticas, ateas o que habitualmente no asisten a celebraciones religiosas, según el CIS, aumentan informe tras informe, mientras que las que se declaran abiertamente religiosas practicantes no sobrepasan el 20%, sobre todo entre las personas más jóvenes.


Firma del Concordato con la Santa Sede en Roma, 1953. ResearchGate
blogs.publico.es/otrasmiradas//construir-un-estado-laico-hoy-en-espana-es-una-utopia
Francisco Delgado Ruiz

Pero, erre que erre, el Gobierno (actualmente progresista y desde hace seis años) mantiene el Concordato de 1979 heredero del nacionalcatólico de 1953 (los cuatro acuerdos de la Santa Sede), que dota a la Conferencia Episcopal Española de innumerables privilegios fiscales, económicos, jurídicos, militares y educativos, mantiene la religión en las escuelas en horario lectivo y financia escuelas de ideario católico, vulnerándose gravemente diversos derechos básicos de la infancia. No solo esto, además el Estado sostiene al clero y los gastos de los obispados a través del IRPF, los poderes ejecutivo y legislativo no dan solución a las desvergonzadas inmatriculaciones efectuadas por la Iglesia católica desde 1946; las celebraciones, boatos y saraos religiosos en pueblos y ciudades son acompañados masiva e institucionalmente por cargos políticos de toda condición ideológica y cada vez con mayor énfasis; en la "industria de la caridad" se vuelcan ayuntamientos, diputaciones, cabildos, comunidades autónomas y gobierno central de forma desmesurada, es decir, se financian entidades, asociaciones y corporaciones religiosas que se dedican a ofrecer servicios sociales para la infancia, personas con discapacidad y personas mayores, servicios que deberían ser públicos; se mantienen capellanes funcionarios en cárceles, hospitales y ejército; y, por fin, se mantiene una ancestral Ley de Libertad Religiosa de 1980, en vez de aprobar una ley orgánica del derecho a la libertad de conciencia y la laicidad del Estado que nos acercara a la construcción de un Estado laico.