Para una vez que Laura Mintegi dice algo que me parece verdad –triste verdad, pero verdad al fin y al cabo– todo el mundo parece de acuerdo en considerarlo intolerable. Ha dicho que el asesinato de Fernando Buesa y Jorge Díaz tuvo una motivación política y es cosa que me parece muy cierta. Y que como otros asesinatos políticos podría haberse evitado y también lo tengo por cosa indudable. Lo malo es que ella lo dice como una especie de justificación histórica del crimen, cuya culpa se reparte entre quienes lo cometieron y los que no atendieron los motivos políticos que les llevaron a esa atrocidad. Y ahí, efectivamente, es donde está lo intolerable de sus palabras: su inaguantable verdad, que sin embargo se abre paso día a día en la corrupta política vasca y no solo vasca.
Por supuesto, los asesinos siempre matan para conseguir algo: unos matan por amor, es decir para castigar a quienes no les aman como ellos pretenden, otros matan por fe religiosa, es decir para castigar a los infieles, otros matan por codicia, o sea para castigar a quienes no les dan lo que ellos ambicionan… y los hay que matan por política. O sea, para castigar a quienes no ceden a sus pretensiones políticas y para obligar a los demás a pensárselo bien antes de negarse a ellas si no quieren seguir la misma suerte. Porque en efecto esos crímenes son evitables, basta con acatar los dictados políticos de los terroristas, o con someterse al despotismo amoroso del violador o con asumir la fe del fanático, etc… Desde el punto de vista penal, sin embargo, ninguno de estos motivos califica a los criminales convictos en cuanto a su delito ni los hace menos culpables o más ‘respetables’: no se convierten en presos eróticos o presos religiosos, ni desde luego en presos políticos.
Savater, hoy en EL CORREO