Pues si este señor es el progre ... apaga y vamonos.
La eutanasia como “terrorismo demográfico”, el matrimonio igualitario como ardid malicioso para subvertir “el plan de Dios”, el aborto –aun el no punible– como eje de la “cultura de la muerte”. En la última década, cada vez que en el aire se agitaba el debate por la protección legal de más derechos, el ex arzobispo porteño Jorge Bergoglio se despachó con homilías y comunicados virulentos para oponerse.
Su cruzada más esmerada fue, también, la de su derrota más notable. Entre fines de 2009 y gran parte de 2010, el debate por la ley de matrimonio igualitario encontró a un Bergoglio aguerrido. Puso las oraciones en el cielo hacia diciembre de 2009, cuando la Justicia porteña autorizó por primera vez que una pareja de varones se casara en el Registro Civil.
Con el correr de los meses y el avance de la ley en el Congreso, el cardenal subió la apuesta. “No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios”, escribió en una carta a los cuatro monasterios de carmelitas de Buenos Aires. El impulso al matrimonio igualitario era “una ‘movida’ del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”.
El año pasado, cuando Macri se aprestaba a reglamentar el decreto sobre atención de abortos no punibles, tal como la Corte había mandado, Bergoglio no dudó: era “lamentable”. El aborto “nunca es la solución”, sentenció, y distorsionó los datos legales hasta asegurar que la reglamentación “amplía la despenalización del aborto cediendo a la presión del fallo de la Corte Suprema de la Nación”.