Efectivamente, no existe en la sociedad vasca actual, ni lo ha habido en otros momentos de su historia, un consenso mínimo sobre una patria común que agrupe a la inmensa mayoría de los ciudadanos, articulada en torno a la idea de una nación vasca compartida.
Una patria común que a mi juicio solo se podrá construir, en el mejor de los casos, sobre los pilares de una nación vasca posible y bajo los principios de la integración y la cohesión. Es decir, la nación posible que surja del entendimiento y el consenso, lo cual exige a todos un ejercicio de autolimitación y flexibilidad en las posiciones de cada uno.
El ideal de una patria compartida que agrupe a las distintas sensibilidades solo puede ser materializable si se plantea desde el convencimiento de que la tarea más urgente en esta materia es trabajar por conseguir un gran pacto nacional entre los propios vascos, mucho más que enredarse en idear estrategias de confrontación con el Estado, que a la postre, sin un pacto interno, no hacen más que alentar y reproducir la confrontación en el seno de nuestra sociedad.
Si de verdad se piensa que es posible una nación vasca común y compartida para la inmensa mayoría de los vascos, el desafío tiene que ser necesariamente intentar lograr ese consenso interno. El desafío no es reivindicar la nación, sino construirla. (Texto de X. Gurrutxaga en El Correo)