Érase una vez un comerciante de armas
cuya empresa fabricaba bombas de racimo que vendía, entre otros, al gobierno de su país.
Y resultó que su país firmó
un convenio internacional contra esas bombas, que dejó de comprar.
Entonces el comerciante denunció al gobierno
por dejar de comprar esas armas
(supongo que habría un contrato
con la empresa fabricante que le comprometía
a unas compras con sus correspondientes pagos).
Y resultó que hubo un cambio de gobierno,
y el nuevo presidente tuvo la ocurrencia de nombrar
como ministro de Defensa a dicho comerciante de armas:
¿alguien lo puede merjorar?
Ahora el comerciante,transmutado en ministro,
pagará a su antigua empresa la indemnización correspondiente,
un pellizquito de 40 millones de euros.
PREGUNTA:
¿de qué país y de qué época son estos hechos?
¿del quinto mundo?
¿de un pasado oscuro?
La respuesta a continuación.
El Ministro de Defensa de España
pagará 40 millones a su antigua empresa
por prohibir las bombas de racimo.
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No es una historia nueva pero conviene no olvidar